domingo, 29 de abril de 2007

Un recuerdo, una lágrima

Suena el teléfono y me apresuro en contestarlo, después de tantos intentos fallidos minutos antes al fin respondían a mi llamado. Era una respuesta que jamás pensé escuchar, fue el dolor más grande que he sufrido en mi vida, moría por abrazarla en ese momento (literalmente morí por un instante). Mi garganta estaba tan seca que no dejaba pasar palabras por la misma, todo se redujo en lágrimas y un dolor que hasta ahora perdura. Fue hace 6 años atrás, cuando todo el mundo seguía siendo rosa, cuando las ilusiones brotaban y las primeras metas eran marcadas en el camino, ahí fue donde perdí a uno de los seres más grandes de mi vida, mi abuelita, mi mamalela, mi adoración.

La definiría como una de las personas más fuertes y decididas que he conocido, era estricta asegura mi mamá, mas conmigo siempre fue la cómplice de mis travesuras y la mejor confidente de todas. Tenía rasgos hermosos, una mirada que penetraba a través de esos ojos verdosos y un gusto exquisito para sus atuendos y joyas. Amaba el arte, sabía tocar piano, adoraba la matemática y sus escritos eran impecables, me enseñó a tocar flauta dulce y fue mi maestra de italiano, uno de los tantos idiomas de su repertorio glorioso de lenguas, entre ellos el quechua.

Amó toda su vida, se casó joven y jamás dejó de aprender y soñar, definitivamente mi modelo a seguir. Como todas las personas ella también tenía hábitos y debilidades, su peculiaridad era encontrarla siempre tomando café con un cigarrillo en la mano, y pese a su mayoría de edad trataba de que su mamá (mi bisabuela) no se de cuenta, porque sabía cuanto le disgustaba que lo haga. Esta conducta social terminó por dañarla, fumó durante muchos años y su cuerpo ya no pudo más. Cuando se animó a ir al médico por insistencia de todos este le dijo que se le había detectado cáncer al pulmón, y esto había aumentado ya que no se supo tratar a tiempo.

Esta noticia derrumbó a todos, se veían tan lejanas estas enfermedades, se veía tan lejano que esto pudiera pasar a mayores. A raíz de ello se empezó a ir al médico con más frecuencia siguiendo las indicaciones del caso, yo estaba ahí con ella tratando de ver como hacerla sonreír al menos por un momento. Todo parecía que iba bien, la iban a operar y ya toda esa marca no se volvería indeleble y se borraría por siempre de nuestras vidas.

Pasó la operación, pasó otra... y todo seguía igual, y hasta peor. El médico aseguró que esta enfermedad era muy riesgosa y si no se contrarrestaba a tiempo, pues podía difundirse por todo el cuerpo, y lamentablemente así pasó. Mi mamalela tenía ya cáncer generalizado, esto debía ser tratado con muchos medicamentos y la "famosa" quimioterapia, la cual causó mucho dolor a todos. La veía con su balón de oxígeno, ya que a veces le faltaba la respiración y no podía ni cambiarse sola.

La mayor parte del tiempo me sentía un estorbo, no sabía hacer nada, no podía ayudarla de ninguna forma. Cuando aún estuvo en la casa mi mamá la ayudaba a cambiarse y yo no sabía como ayudar, mi abuelita ni siquiera deseaba que esté presente al momento que la cambiaban, según mi mamá, ella no quería que vea cuanto había adelgazado, no deseaba que "su nieta favorita", "su salamandra" la vea de esa forma tan acabada. Su hermosa cabellera empezaba a caer a causa de la quimioterapia y sus ganas de sonreír se iban evaporando de a pocos.

El doctor recomendó internarla para que no esté en tanto movimiento dentro de la casa, mi abuelita a regañadientes accedió a dicha propuesta. Lo cual fue terrible para mí, porque en el área donde ella se encontraba no dejaban entrar a menores de 15 años y mis 13 años recién cumplidos me impedían entrar a verla y ver su inminente mejora. Un médico de dicha área da esperanzas, nos alimenta el alma alardeando que todo estará bien, todos estábamos contentos y mucho más tranquilos.

Mi comunicación con ella era generalmente por teléfono, la llamaba al celular de mi papá y hablábamos mediante ese medio, aunque jamás termináramos una conversación enteramente, ya que su voz entrecortada cuando me escuchaba no le permitía seguir diciendo ni una palabra. La amé tanto, pero lo hago más ahora. Solo me limitaba a escuchar lo que los demás decían sobre ella y el proceso de mejora que tanto se ansiaba. Lo último que recuerdo de esas conversaciones sueltas de mi familia, fue que la dosis de medicamentos había aumentado y estos eran realmente fuertes y la hacían tener alucinaciones.

Era otro día de martirio, todos se iban a verla y yo esperaba a que lleguen para llamar y poder hablar con ella al menos por un instante. Calculé los minutos contándolos con un reloj inmenso a mi costado. Me aventuré a llamarla pero no encontré respuesta alguna. Seguí insistiendo innumerables veces hasta que mis dedos se cansaron. Un rato después llama mi papá, contesto muy entusiasmada para ver si podría hablar con la mujer que amaba comer esos eucaliptos de gomitas (mi abuelita), pero él se queda callado por breves instantes, respira profundo y me dice lo ocurrido, simplemente no lo podía creer, es más... hasta ahora me cuesta concebir dicha idea.

El día de su velorio fue terrible, mucha gente vestida de colores fúnebres y lejos de ahí había un lugar donde se encontraba ella, reposando tranquila, sin tener que escuchar a toda esa gente hablando, lamentándose y llorando. Yo estaba ahí sin derramar una sola lágrima, sin decir una sola palabra, sin ganas de mover un solo dedo y seguir escuchando al resto hablar de ella como si ya no estuviera, porque para mí si estaba, y más presente que nunca.

Mi dolor ya no podía controlarse más, cuando iban a llevarla al cementerio no deseaba que se la lleven. Era un manojo de lágrimas paradas en la puerta del lugar, tratando de evitar lo inevitable. Me abracé fuerte de mi mamá que estaba igual o más triste que yo y ambas nos subimos al carro de mi papá siguiendo a la mejor mujer que se cruzó en mi camino. Tardé pero asimilé las cosas lo mejor que pude, aún la extraño y recuerdo las imágenes de todo el trayecto pesado de esa temible enfermedad.

Jamás pude despedirme de ella como hubiese deseado, no la abracé tan fuerte como ella adoraba que lo haga. Es que ella sigue aquí conmigo y ese "adiós" era innecesario, porque ella no se ha ido de mi vida y nunca se irá. Dos años después cumplí 15 años, no deseé celebrar esa fiesta a lo grande como tanto quería mi mamá. Confieso que el motivo radicó en que deseaba ver a mi mamalela ahí, añoraba que vea a su pequeña convertirse en una señorita, todo ese día fue muy tranquilo como todas las celebraciones siguientes que dejaron de ser lo mismo sin ella presente.

Te ama y siempre lo hará....
Tu Alessandra salamandra, la que te daba tanta alegría como tu a ella, la que sabe que ahora estás mejor y se acuerda de ti siempre, la que odia el cigarro y detesta que el resto fume, la del cabello, el lunar y el signo igual al tuyo, la que aprendió a valorar más la vida y jamás dejará de soñar, luchar y aprender gracias a tí... MUCHAS GRACIAS POR TODO....

domingo, 8 de abril de 2007

Filosofías de vida

No creo que sea necesario una determinada ocasión para que estas ganas de escribir broten. Siempre fue igual, ningún motivo en claro, solo la estimulación que nace desde un lugar recóndito que jamás podré conocer. Me amo porque soy diferente, ¿Que de divertido sería ser igual al resto?. Yo encuentro lo más interesante de la vida el conocerme a mí a través de los ojos de los demás.

Es un truco vil y macabro el que nos envuelve a un sector clasificado y único, uno que escoge, selecciona, cree en religiones, plantea status y miles de ideologías que nos engloban en una burbuja asfixiante, que nos absorben, que hacen que nos clasifiquen y se desarme una parte importante de nosotros.

Somos seres en peligro de extinción, únicos en nuestra especie, con características demasiado marcadas, gestos, risas, frases “célebres” que nos hacen individuales y todo ello a su vez nos vuelve especiales.

Es tonto decir que alguien es “diferente” y esto cause que lo alejemos de un sector selecto de ejemplares especímenes humanos, pues ello es lo mágico, ello es lo importante. Yo quiero ser yo, ¿Por qué voy a querer ser uno más del grupo?... no sería justo para mí, ni para lo que deseo. Es una ciudad de furia y una de descontrol la que nos absorbe, ¿Acaso dejaremos que eso pase?.

Es tan difícil vivir como deseo hacerlo, todo es jugar... desde que escribo estas líneas estoy maquinando ideas que están en un partido indeciso en mi cabeza, unas que desean llegar al arco y ser transcritas en palabras reales, pues a quien le gusta quedarse flotando en una planicie inexistente.

Yo no soy otra, yo soy simplemente yo... y ¿Quién es ese yo del que tanto alardeo ser?... pues si lo supiera perdería aún más el encanto. Soy quien tus ojos pueden ver, soy como me muestro cuando estoy y no estoy, soy como llego y como no lo hago también... solo soy y me gusta seguir siendo lo que ni yo sé que digo ser.

El ser diferente es ser especial, si todos somos diferentes... pues TODOS SOMOS ESPECIALES.

A seguir en la lucha...